Personajes que evolucionan en Verdad y Perdón.

¿Qué hay, mentes inquietas?

Hace mucho que no actualizo el blog, básicamente porque el verano no me ha dado muchas lecturas dignas de ser mencionadas, así que he leído, sí, pero nada reseñable.

Hoy os traigo mi opinión sobre Verdad Y Perdón, la tercera parte (y en principio última) de la trilogía de Amor Y Virtud, de Rolly Haacht.

Hacía tiempo que tenía ganas de retomar la lectura de las aventuras y desventuras de la familia Becker, ante todo, como muchos de sus lectores, de saber qué pasaría con Jake y Arabia (para mí, indudablemente, los verdaderos protagonistas de la historia).  Amor y Virtud es una trilogía compleja, imposible de resumir en unas líneas, pues su trama principal es el desarrollo de la vida misma de sus personajes, y como tal, se resuelve en un enramado de historias que interaccionan las unas con las otras con un resultado sorprendente.

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En Verdad y Perdón, vamos a conocer a unos personajes más maduros, aunque jóvenes (hay que recordar que el contexto se sitúa en los años 80 y 90). Me ha sorprendido la evolución de Jake, que si bien siempre ha sido un personaje bastante responsable, en otros tomos destacaba por su impulsividad, por actuar más con el corazón que con la cabeza (creo que lo amo tanto por eso), y en esta ocasión se contempla claramente su crecimiento personal y emocional. Jake sigue siendo el hermano en el que todos se apoyan, el hermano en el que buscan consuelo o consejo, el hermano con el que saben que pueden contar. Su enemistad con Derek sigue flotando en el aire, aunque matizada por las responsabilidades de la edad adulta. Confieso que he echado de menos un poco al antiguo Jake, ese que actuaba visceralmente y pensaba después, aunque siempre con buena intención y preocupándose en los demás antes que en él, y hay momentos en los que he odiado a Arabia por su actitud (injusta) hacia él.

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Sin embargo, el personaje estrella de Verdad Y Perdón (de la trilogía, incluso) es Louis. Sí señor, el pequeño de los Becker. Un aplauso a Rolly por la complejidad de Louis (se merece un spin off). En Amor y Virtud me cayó bien. Me parecía un chavalito majo, que adoraba a su hermano mayor, aunque con carácter, rebelde también. En Virtud y Verdad lo amé, por su entrega y pasión hacia lo que él creía importante (con todo lo que le acarreó). En Verdad y Perdón, Louis ha crecido, se ha hecho independiente, ha resuelto su vida sin depender de sus hermanos, cimentándola en la libertad de mostrarse como es (les guste a los demás o no) y aferrándose con ahínco a sus valores. Sin duda, Louis es un personaje al que no hay que quitar ojo. Desde aquí le pido a Rolly que lo ponga en portada en la nueva versión de Verdad y Perdón que está por salir.

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¿Por qué leer la trilogía de Amor y Virtud? Porque vais a pasar un rato realmente ameno, con personajes de la vida real, nada edulcorados. Porque vais a disfrutar leyendo historias del día a día, situaciones cotidianas, tan cercanas que cualquiera de nosotros puede sentirse identificado con ellas en algún momento. Porque es un libro lleno de emoción y personajes intensos, que no te dejarán indiferente. Mención especial a las maravillosas ilustraciones de Arilicius.

Y vosotros, ¿lo habéis leído ya? ¡Contadme!

Y recordad, los libros no se leen, se viven. ¡Disfrutad la aventura!

 

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