¿Qué hay, mentes inquietas?
Hoy os voy a hablar del tomo 2 y el 3 de la saga Razorland, que se titulan Refugio y Horda respectivamente. Si no habéis leído la primera entregar (Enclave) os recomiendo leer la reseña.
En primer lugar, he de decir que la saga al completo me ha gustado. No es uno de los libros que tendría un lugar de honor en mi estantería pero me ha resultado entretenida. Partimos de que la protagonista, Dos (que manía con ponerle un número como nombre), es una chica de dieciséis años que ha vivido bajo tierra en una comunidad, creyendo que todo lo que hay en la superficie es terrorífico: lluvia radioactiva, peligros inimaginables y hasta el mismo diablo.
Sin embargo, su enclave es cruel, y mantiene unas normas muy estrictas, así que cuando Dos miente haciéndoles creer que ha roto una sus leyes (para encubrir a un amigo), es desterrada a la superficie, donde nadie crea que pueda sobrevivir. Su compañero Van (en inglés es Fade, pero en la versión en español Desvanecerse se abrevió en Van) no duda un momento en acompañarla, así que ambos son expulsados de la comunidad.
Dos va a descubrir que la superficie no es tal y como los ancianos de su pueblo le han contado, y que no es tan terrible (al menos en un primer momento). Si bien, la transición de Dos no me ha acabado de convencer. Quiero decir, es una chica que ha vivido dieciséis años bajo tierra, así que la Tierra debería de abrumarla. No es que la autora no hable de lo desorientada que está, pero me ha parecido que no hacía el hincapié necesario. Me pongo en el lugar de la protagonista y creo que alucinaría mucho si de repente me extraen de una cueva para mostrarme el mundo: árboles, animales, montañas, ríos, luz y a otras personas. Sin embargo, dejando de lado el tema de la luminosidad en el que la autora sí se centra, el resto parece ser fácilmente superable para Dos. Van provenía de la superficie, así que la experiencia para él es totalmente diferente.
Van y Dos van a seguir peleando contra engendros malolientes igual que en primer tomo, pero por suerte, cada vez parecen oler no tan mal, que es algo que me llegó a desagradar mucho en Enclave (demasiada repetición con el mal olor). Llegarán a una ciudad amurallada que se protege de los mutantes y allí empezarán una nueva vida.
Esta parte de la novela es la que más me ha desconcertado. Los protagonistas arriban a un lugar en el se vive con cierta alegría: los niños van al colegio, los adultos tienen oficios e incluso existe una moneda como medio de trueque. Y como son recién llegados, y niños (aunque en el Enclave se les consideraba adultos), son asignados a diferentes familias para que cuiden de ellos. Son guerreros, sin embargo, aceptan ir al colegio y vestirse de forma ridícula cuando han estado coqueteando con la muerte durante 500 páginas. Me dejó perpleja, la verdad, aunque es cierto que la autora explica en las páginas finales que entiende esa ciudad como una comunidad Amish, lo que le da sentido .
Dos solo tiene una cosa en mente: luchar y rajar gargantas de engendros. Así que cuando la cosa se pone fea, no pierde el tiempo y se une a las misiones como un soldado más (eso sí, teniendo que demostrar una y otra vez que aunque sea mujer sabe luchar… ). En Horda, Dos conseguirá reunir un ejército de hombres (y alguna mujer) que la seguirán allá donde vaya con tal de eliminar la amenaza de los engendros. Choca que una chica de dieciséis años sea capaz de organizar un ejército de soldador fornidos y listos para la batalla y que además no cuestionen sus órdenes… Pues sí, choca. Pero es fantasía y hemos de tener la mente abierta.
En cuanto al personaje masculino, Van, no sé qué decir de él… Vamos a ver… Se supone que es el chico misterioso y fuerte que ha conseguido sobrevivir a la superficie, así que en el momento en el que llega a las cuevas del Enclave, la gente lo respeta. Durante Refugio, Van pierde un poco de protagonismo. Es asignado al hogar de un hombre despreciable y ciertamente no me cabe en la cabeza que no rebele a él. Vuelvo a repetir, es un soldado; un chico que es capaz de defender a un pueblo entero del ataque de los horribles engendros, ¿por qué iba a dejarse humillar por un desconocido? Pues no lo sé. Imagino que la autora quería mostrarnos que era un chico noble, pero es que a mí me pasa la línea de la bondad para llegar a la de la tontura.
En Horda, Van experimenta una horrible experiencia en territorio de los engendros y queda traumatizado. Vale, eso me lo he creído. Me gusta el personaje a pesar de los dicho antes.
El que no me gusta es el personaje de la amiga de la protagonista, Tegan. Os juro que cuando apareció pensé que sería uno de esos que tan solo están de paso, que hacen bulto un par de páginas y que no vuelven a aparecer. Es sosa, y no tiene ninguna cualidad especial: no sabe luchar, no sabe defenderse, no es lista, no sabe hacer nada de nada. Sin embargo, sale ilesa de todos los enfrentamientos, con todo y que yo, como lectora, estaba deseando que se deshicieran de ella ya… (soy cruel, lo sé). Pero bueno, supongo que debe de haber de todo un poco ( y por lo visto hay un cuarto libro en donde ella es la protagonista… uff)
El desenlace de la saga es original, hay que reconocerlo. La bola se va haciendo muy grande a través de las páginas y llega un momento que el lector no sabe cómo va a salir la autora de ese embrollo (y menudo embrollo). Pero me ha parecido que lo ha resuelto con bastante lucidez y sin heroísmos increíbles.
Os lo recomiendo si os gustan las chicas guerreras que no tienen miedo a rajar estómagos y ver vísceras revolviéndose en el suelo.
Y vosotros, ¿lo habéis leído? ¡Comentad!
Y recordad: los libros no se leen, se viven. ¡Disfrutad la aventura!
Las imágenes son de annaguirre.com